Carlos Julián Martínez Soria reivindica nuestra Semana Santa con un Pregón tan académico como nazareno
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Carlos Julián Martínez Soria reivindica nuestra Semana Santa con un Pregón tan académico como nazareno

31 de Marzo de 2023

Dice Pablo Tusset que lo mejor que le puede pasar a un cruasán es que lo unten de mantequilla. Yo digo que lo mejor que le puede pasar a un nazareno de Cuenca es pregonar su Semana Santa”. Con estas palabras, tan poco convencionales como su autor, comenzaba Carlos Julián Martínez Soria a pregonar la Semana Santa de Cuenca en este Viernes de Dolores. Toda la comunidad nazarena y todas las autoridades – locales, regionales, eclesiásticas, militares, civiles y académicas – escuchaban desde el patio de butacas de un Teatro Auditorio prácticamente lleno.

El acto del Pregón con el que comienza oficialmente cada año nuestra Semana de Pasión es quizá el más esperado por los nazarenos de Cuenca – salvando las procesiones, claro – y este año lo era especialmente, pues el de Martínez Soria era uno de esos pregones que el nazareno tiene ilusión por escuchar.

Al Pregonero, además de un nutrido grupo de familiares y amigos (entre ellos el Cartelista, José Antonio Perona), le acompañaron la Comisión Ejecutiva y Junta de Diputación de la JdC, el obispo de la Diócesis, el alcalde de Cuenca, el presidente de la Diputación Provincial, el vicepresidente del Gobierno regional, el rector de la UCLM, la subdelegada del Gobierno en Cuenca, el subdelegado de Defensa, los responsables de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en Cuenca y provincia, la delegada de la JCCM y una larga lista de autoridades y personalidades de la política, la empresa, la cultura y la sociedad conquense.

Presentado por la periodista y nazarena Paula Latorre, quien supo poner la nota elegante y sencilla con palabras sobre todo de fe, bien escogidas para acompañar y guiar el acto, la música abrió la noche nazarena, como es habitual. El Coro del Conservatorio de Cuenca, dirigido por Jesús Mercado Martínez, sonó redondo y potente. Interpretó los muy esperados Stabat Mater y Miserere, acompañados de If ye love me de Thomas Tallis y de O Crux Ave, obra de Ruhard Dubra recuperada por el Coro para ser interpretada este Viernes Santo al paso de la Cruz Desnuda de Jerusalén por los Oblatos.

Si el Coro cosechó los primeros bravos de la noche, la Banda Municipal de Música de Cuenca no se quedó atrás. Dirigida por Juan Carlos Aguilar Arias y sonando imponente, recordó en la partitura del Cristo del Olvido a Aurelio Fernández Cabrera, hizo al Señor caminar al sepulcro en la de David Rivas y puso la piel nazarena de gallina – un año más – con San Juan, dejando el escenario listo para las palabras del Pregonero y al público con la emoción a flor.

Conocer para comprender

No necesitas que te desee suerte. Tus cualidades y preparación nos aseguran un Pregón lleno de contenido religioso, de vivencias claras y afectos profundos que sin duda nos dejarán las claves para que en esta Semana Santa podamos percibir mejor los mensajes de amor infinito que contienen la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor” vaticinaba Paula Latorre antes de que rompiera para el Pregonero el primer aplauso de la noche y subiera Carlos Julián Martínez Soria al escenario del Auditorio para sentar cátedra nazarena con sus palabras.

Lo mejor que le puede pasar a un nazareno de Cuenca es pregonar su Semana Santa” afirmó el Pregonero, para empezar poniendo las cartas sobre la mesa en un escenario en el que estuvo acompañado por los guiones de sus tres hermandades y el Cartel de 2023. El de Carlos Julián fue un Pregón vertebrado por los valores de nuestra celebración capital y sus rasgos diferenciales, así como por el carácter religioso de la misma. Las referencias a nuestras Sagradas Imágenes, a hitos clave de nuestra Pasión y a vivencias personales tejieron un texto profundo en el fondo e impecable en la forma.

Fueron los primeros minutos para los primeros años del Pregonero vistiendo túnica, para las devociones familiares, para esas vivencias que a fuego se graban en la memoria cuando niños. Y sobre todo, para ese nacer, crecer y arraigarse del sentimiento de hermandad que nos une como nazarenos y que después, cuando adultos, florece en el cruce de miradas entre el nazareno y su imagen devocional, en Cuenca y en cualquier parte en que devoción haya. Sentimientos “que no dejan de ser parte misma de la esencia sincera de esta celebración. Estos sentimientos, de puro universales, están presentes en cualquier nazareno que viva la Semana Santa de su pueblo o ciudad, por pequeña o monumental que sea”.

Como amante de las devociones populares en general y de las relacionadas con la Semana Santa en particular, el Pregón de Martínez Soria y el análisis multidisciplinar que en él hizo de nuestra celebración capital viene sin duda influenciado por su ansia de conocer más para comprender mejor, una inquietud interminable para él pues “por momentos me parece sentir que poco sé y que me queda aún mucho por descubrir y por aprender”.

Reivindicación de la Semana Santa de Cuenca

La defensa, casi podría decirse que a elegante ultranza (sin alharacas, pero con firmeza), de nuestra Semana Santa fue otra de las grandes enseñanzas del Pregón de Martínez Soria. Una defensa fundamentada, documentada y reflexionada, que nace del conocimiento de lo que se hace aquí y de lo que hacen otros y que vino a desterrar, desde el escenario del Auditorio, complejos y mitos para dejar a la vista la verdad: que “no palidece nuestra Semana Santa ante otras, sino más bien al contrario” y que es nuestra Pasión una celebración “de una calidad incontestable entre cuantas discurren por nuestra geografía en la actualidad”.

Tuvo el Pregonero palabras de reconocimiento y agradecimiento para la pléyade de voluntades que desde antiguo han hecho posible que la Semana Santa de Cuenca sea hoy lo que es. “Cuenca y su Semana Santa está viva. Muy viva. Y nos demuestra que aún nos quedan argumentos para seguir uniéndonos en oración” aseveró. También para los actores que, con su trabajo y talento, la han enriquecido: imagineros, policromadores, restauradores, bordadoras, músicos y tantos otros sin cuya labor nuestra celebración capital no sería lo que es… y tal vez, nosotros tampoco. Y entre los agradecimientos, otra reivindicación: las de las figuras precisamente de los policromadores y restauradores, dos “injustamente olvidadas” – a juicio del Pregonero – cuando hablamos de arte semanasantero.

La vocación de servicio como valor capital

Si la Semana Santa de Cuenca está cimentada en los valores que le son propios, en el Pregón de Carlos Julián brilló por encima de todos, uno: la vocación de servicio, ejemplificada para él en las tallas de nuestros Ecce Homos: “Servicio a la voluntad del Creador, servicio al prójimo, al hermano. Servicio a la fe, aceptación de esta promesa”.

La expresión de nuestra fe también es, en esta ayuda al prójimo, la ayuda al desfavorecido, al afligido, al necesitado. Auxilio en la Caída de Nuestro Padre Jesús camino del Calvario” afirmaba, evocando ese fin asistencial de toda hermandad y de la propia JdC, una de las señas de identidad de nuestra Semana Santa.

Y entre todas las muestras de entrega, servicio y aceptación, una: la del Señor, ejemplo para todos nosotros, pues para el Pregonero “no hay mayor muestra de amor al prójimo que la Pasión del Señor. Que el sacrificio del Hijo de Dios para la redención de toda la Humanidad”. Y tiene razón.

Una Semana Santa multidisciplinar

La Semana Santa de Cuenca es historia, iglesia, arte con mayúsculas, patrimonio, cultura, tradición, sentimientos y emociones” afirmaba el Pregonero, resaltando en su texto el carácter multidisciplinar de la celebración más importante del año conquense.

El arte alcanza en nuestra Semana Santa auténticos seísmos de belleza” aseveraba, y se detenía Martínez Soria muy especialmente en los imagineros, pero también en el patrimonio que suponen los ajuares de las tallas de vestir, en el bordado y en el patrimonio entendido de manera extensa para abarcar la literatura, la música y hasta los sonidos propios de nuestra Pasión, como el toque de tambor de la Turba camino del Calvario.

La Semana Santa de Cuenca también es historia de la ciudad, intrínseca a ella” afirmaba para recordar la figura de los investigadores que, con su constancia y tesón, han sabido situar los orígenes de nuestra Pasión contribuyendo de este modo a dotarla de la solera que ostenta.

El marco escénico, la geografía conquense que dota a nuestras procesiones de un carácter único y singular, tuvo también su momento en el Pregón de Carlos Julián. Escenario que le valió a la ciudad una Declaración de Patrimonio de la Humanidad y que contribuyó sin duda a la de Interés Turístico Internacional para nuestra Semana Santa.

En Cuenca todo confluye para mayor gloria del mensaje evangélico que siempre nos ilumina” afirmó.

Por encima de todo… la fe

El carácter religioso de la Semana Santa estuvo muy presente en todo el texto del Pregonero pues, si bien los valores y los diferentes aspectos que la conforman le dan su carácter único, es la religiosidad la que vertebra una celebración que es, ante todo y sobre todo, expresión pública de fe.

También en este sentido reivindicó el Pregonero ver más allá de los desfiles procesionales, pues “parece que Semana Santa es solo lo que pasa en la calle, pero también lo son, qué duda cabe, todos los actos religiosos que suceden en nuestras iglesias y entre ellos, sobre todo el Triduo Pascual”. Pareciera que los pensamientos de Pregonero y Cartelista confluían este año para poner, el uno en palabras, el otro en imagen, el mismo mensaje de manifiesto: el mensaje de la fe.

Y llamó Carlos Julián a ver más allá incluso de los propios días de desarrollo de la Semana Santa, pues recordó la profusa actividad nazarena que las hermandades desarrollan en Cuaresma y los esfuerzos para mantener viva la llama – y la expresión de la fe – durante todo el año, con cada vez más iniciativas que buscan reproducir esa unidad de la Pasión más allá de sus fronteras temporales.

La Semana Santa es mucho más

En un final que el Pregonero pronunció muy emocionado y en el que recordó a sus padres, dijo Carlos Julián que “la Semana Santa de Cuenca es mucho más de todo esto que he dicho” y que “hay tantas Semana Santas como personas que la viven”. Llamó a respetar la forma de vivirla que tiene cada uno y valoró lo hermoso de todas ellas, por lo único.

La Semana Santa de Cuenca son, desde luego, emociones. Recuerdos, vivencias y sentimientos encajados en lo más íntimo de nuestro ser. Ese algo inexplicable que en un momento determinado ha quedado sellado en tu alma, en tu retina y en tu yo más íntimo. Que nos hace seguir en cada gesto a la imagen de nuestra devoción. Que cuando te prende, te agarra por las entrañas y te traspasa el corazón sin poder ni siquiera hallar palabras para expresarlo” afirmaba desnudando su alma ante los nazarenos.

En ese momento es el abrazo del hermano, la mano que aprietas buscando su calor, la respiración que se te antoja insuficiente dentro del pecho. Y al final, esa sonrisa que nace de los recuerdos, de la infancia, de los brazos de tu padre, de su voz guardándote en la noche y enseñándote para que no nos perdamos detalle. Y de tu madre, que con orgullo comprueba cómo se te ha quedado pequeña la túnica y te besa, para decirte qué bien te sienta el blanco con el terciopelo verde del capuz y que a la mañana siguiente te pregunta aseverando: qué guapa estaba la Virgen ¿verdad?” evocó exhalando un emocionado suspiro y despertando recuerdos tal vez dormidos entre los asistentes.

Verdad” respondió. “Verdad que la Semana Santa de Cuenca es historia, es iglesia, es arte, es cultura, es tradición y son sentimientos y emociones. Pero sobre todo, la Semana Santa de Cuenca es la nuestra. Y nazarenos y nazarenas de Cuenca, señoras y señores, para mí es la mejor, porque es la que me ha hecho como soy”. Con las últimas palabras del Pregonero rompía una larguísima, calurosa y cerrada ovación que empezó sentada y terminó de pie y que concluyó con la entrega de reconocimientos y la foto de familia.

Y así, Carlos Julián Martínez Soria pregonó nuestra Semana Santa. Y así, nos regaló entre todas diecisiete palabras de esas que se guardan en el corazón: las que afirman que nuestra Semana Santa es la mejor, porque es la que nos ha hecho ser lo que somos. Y somos nazarenos de Cuenca. Qué privilegio.

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