Galería gráfica: Águeda Lucas // Crónica: Berta López
“Ante las inclemencias meteorológicas de este Domingo de Resurrección, reunida la V. H. de Ntro. Sr. Jesucristo Resucitado y María Stma. de Amparo con el presidente de la JdC, se acuerda, por responsabilidad y seguridad: SUSPENDER la procesión del Encuentro.
En este Domingo de Resurrección lluvioso, desde la institución y la Hermandad quieren enviar a los hermanos y nazarenos de Cuenca el hermoso consuelo de Cristo Resucitado. Que la unión que hemos mostrado en esta Semana Santa nos acompañe siempre y nos traiga un 2025 lleno de luz y de nazarenos en nuestras calles. Feliz Pascua de Resurrección”.
Y así, con estos dos párrafos y al filo de las 8:30 de la mañana, se consumaban los peores pronósticos y la Semana Santa de Cuenca de 2024 se convertía en la más afectada por la lluvia de su historia, desde que hay registros. Ya desde el Lunes Santo, en cualquier conversación entre nazarenos salían a relucir los años malos de la última década: 2013, cuando se suspendieron seis de nueve procesiones a causa de la lluvia, y 2019, con siete de diez suspensiones por el mismo motivo. Para el (mal) recuerdo quedará 2024 en el imaginario nazareno: el año de las 8 de 10 suspensiones.
Si la procesión del Miércoles Santo no se había suspendido nunca por lluvia hasta este año (que se recuerde), la del Encuentro lo ha hecho con la de 2024 tres veces, aunque las dos primeras fueron en los primeros años desde la fundación de la Hermandad del Resucitado y solo los nazarenos más antiguos son capaces de recordarlo. Así lo referían en San Andrés algunos históricos como Luis Marco (fundador) o Alfredo López, con la consternación en el rostro. No menor era la pena entre la directiva actual y muchos de los hermanos, pues la mayor parte de quienes estaban esta mañana en San Andrés no habían vivido esta situación nunca (con permiso, claro está, de los dos años de pandemia).
Suspendida la procesión, la Hermandad se organizó rápido para dedicar una mañana a la veneración de sus Sagradas Imágenes y la jornada del Domingo de Resurrección a compartir en la tristeza lo que hubieran compartido en la alegría. Al fin y al cabo Dios Nuestro Señor ha resucitado en este día y eso es algo que ni el viento, ni la lluvia, ni la nieve pueden cambiar. Así y tras despojar a María Stma. del Amparo de su manto de luto (tarea que este año recayó en Raúl García Pradana, contador de la Hermandad), a las 9 de la mañana celebraron su habitual Santa Misa, oficiada por Gonzalo Marín, consiliario del Resucitado. Acompañó, por parte de la JdC e integrando la presidencia institucional el tesorero, Rodrigo Merchante.
Después, bendijo el consiliario la diadema que María Santísima del Amparo debería haber estrenado en procesión. En sus andas, el ramo de flores destinado a ser ofrenda por los nazarenos difuntos de Cuenca y el que la V. H. de Ntra. Sra. de los Dolores y las Santas Marías entregó ayer a la Hermandad en su acto de veneración en San Esteban y que estaba destinado a ofrecerse a las puertas de San Andrés, templo sepulcro de Sábado Santo y triunfante iglesia de la que sale la Resurrección.
El momento más emotivo, el que puso a todos la piel de gallina, fue sin duda cuando los hermanos presentes, muchos de ellos banceros de las Sagradas Imágenes, metieron bajo los banzos los hombros para venerar a sus Titulares al son de la Mesopotamia que Vélez escribió para el Resucitado y como mejor sabemos venerar en Cuenca: soñando cortejo partido y Madre que baja por Solera buscando la Puerta de Valencia mientras se adelanta Nuestro Señor hacia el Encuentro a paso jubiloso por las curvas de la Audiencia.
Los banceros mecieron a los pasos dentro de San Andrés en paralelo, con el paso gemelo que llevan ambas imágenes cuando alcanzan Carretería tras el encuentro en la Constitución y golpeando con fuerza el suelo para simular el sonido de las horquillas que anuncian la Resurrección. A más de uno se le escaparon las lágrimas y el abrazo entre los capataces de los dos pasos, muy emocionados ambos, fue de los que estremecen el corazón.
Finalizado el acto con el que los hermanos quisieron honrar a sus Imágenes mientras fuera de la iglesia nevaba, volvieron los pasos a sus borriquetas para permanecer durante toda la mañana en el antiguo templo abierto, recibiendo el cariño de los suyos y de todos los que quisieron acercarse a verlos. La hermandad invitó además, en los bajos de Solera, a las tradicionales magdalenas y galletas con zurra con las que termina cada año la procesión.
En el capítulo de recuerdos, las gualdrapas de ambos pasos lucieron dos lazos negros por los difuntos de la Hermandad. La directiva de la misma acudió al Monumento al Nazareno a las 11:15 horas, coincidiendo con el momento en que se hubiera producido el encuentro, para depositar el tradicional ramo y rezar un padrenuestro y un avemaría por todos los nazarenos difuntos de Cuenca. Allí quedó, bajo la lluvia, junto al ramo ofrecido el Jueves Santo por la directiva de la V. H. de Ntra. Sra. de la Soledad (del Puente).
Y así concluyó esta Semana Santa en interiores, en la que Nuestro Señor ha querido que el encuentro se viviera dentro del corazón de cada nazareno y en la que la Semana Santa ha sido, tal vez más que nunca en la adversidad, la forma de sentir que nos une. Que el Señor nos conceda que siga siendo así.
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