La Catedral acoge la prédica de las Siete Palabras en un Lunes Santo en que la lluvia impide la salida de la Vera Cruz

26 de Marzo de 2024

Galería gráfica: Águeda Lucas // Crónica: Berta López

Lunes Santo de lluvia y sin Vera Cruz por las calles de la capital. Los peores pronósticos se cumplieron y obligaron a la M. I. V. H. P. del Stmo. Cristo de la Vera Cruz a suspender su salida procesional por responsabilidad. La Catedral acogió la prédica de las Siete Palabras en un acto íntimo de reflexión y meditación nazarena.

Pese a la lluvia persistente durante toda la jornada de Lunes Santo, desde las 19:30 horas los hermanos y hermanas fueron llegando hasta la Catedral, para participar a las 20:30 horas en la misa previa presidida por el obispo, monseñor José María Yanguas. En los rostros de todos se reflejaba la incertidumbre, pero también la serenidad. Mientras caía la tarde y la fina lluvia con ella, los hermanos escucharon la misa, monseñor bendijo tres rosas en recuerdo de los hermanos fallecidos en el último año y la Hermandad le hizo entrega de un cuadro conmemorativo de los 18 años que lleva monseñor acompañando la procesión y predicando la Primera Palabra.

Después y por primera vez, la Hermandad dotaba de mayor solemnidad el acto de colocación a los pies de la Vera Cruz de la rosa por los difuntos, al interpretar el Coro de Cámara Alonso Lobo un delicado y emotivo motete, en un momento de gran carga simbólica y emocional.

A las 21 horas continuaba lloviendo, por lo que desde la Hermandad se anunció a los hermanos que, ante las previsiones de lluvia, se retrasaba la decisión sobre la salida de la procesión (prevista para las 21:30 horas) hasta las 22 horas. Mientras en el interior del templo los hermanos ultimaban los preparativos, se encendían los hachones de la Vera Cruz y se instalaba en el frontal la reliquia del Lignum Crucis, en la calle continuaba cayendo una fina lluvia intermitente, mientras algunas personas se acercaban hasta la Plaza Mayor para interesarse por la posible salida de la procesión, algunas de ellas turistas llegados desde La Laguna (Tenerife), México o Canadá.

Finalmente, con las previsiones en la mano y ante la imposibilidad de garantizar un desfile libre de lluvia de principio a fin, al filo de las 22 horas el secretario de la Hermandad, Juan Luis Cueva, se dirigía desde el Altar Mayor a los hermanos congregados en la Basílica para anunciar la difícil decisión: la suspensión definitiva de la salida procesional de la Vera Cruz. La tristeza se adueñó de los rostros de los hermanos, que sin embargo mostraron en todo momento una gran entereza, comprensión y aceptación de la situación.

Siguiendo el protocolo establecido, tras el anuncio formó el cortejo procesional y el desfile se desarrolló por la girola de la Catedral, con la prédica de las Siete Palabras ante siete de las capillas en torno al Altar Mayor, abiertas e iluminadas para la ocasión. Mientras se organizaba el cortejo, las voces del Coro de Cámara Alonso Lobo llenaron de solemnidad el Templo capital de la ciudad, interpretando entre otras piezas el miserere en arameo compuesto por el director del Coro, Luis Carlos Ortiz. Cantó mucho y bien en este Lunes Santo el coro, llenando los vacíos de prédica con sus letanías y su particular sonido, tan propio y diferente.

Monseñor José María Yanguas, obispo de la Diócesis de Cuenca, predicó la Primera Palabra (‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’) frente a la Capilla de San Martín, entre las filas de hermanos en silencio. Más cerca que nunca del Stmo. Cristo de la Vera Cruz, ambos frente a frente, en una estampa poco habitual de Lunes Santo, pues generalmente monseñor predica cuando la Vera Cruz ya está en la calle y mira a la multitud congregada en la Plaza Mayor. En este Lunes Santo el escenario fue diferente. Al frente de monseñor, la Cruz. A la izquierda del cortejo, las Sagradas Imágenes de Cristo Yacente y de Ntra. Sra. de la Soledad y de la Cruz.

En su reflexión, monseñor destacó la confianza de Jesús en que el Padre le escucha en cualquier momento de su vida, también en el amargo momento de la Cruz, así como el gran sacrificio de quien, sin conocer el pecado, se hace pecado “para pedir el perdón para todos nosotros y por todo. Pero no hay perdón si no hay pecado. Y pedir perdón, implica reconocer que se ha pecado”. El obispo de la Diócesis reflexionó en este sentido acerca de la imposibilidad de deshacer lo hecho, para destacar que el perdón de Dios nos alcanza siempre, aunque el pecado cometido no pueda borrarse.

La Capilla Vieja de San Julián acogió la prédica de la Segunda Palabra (‘En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso’), a cargo del hermano Armando Martorell. “En medio del sufrimiento y de la agonía, este hombre, uno de los dos ladrones crucificados con Cristo, encontró la esperanza y la salvación en las palabras de Jesús”, predicó Martorell, quien centró su reflexión en la misericordia de Cristo que “no se cansa de perdonar, somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón” y la fe del buen ladrón, una fe “que es lo único que nos puede llevar a esa salvación que tanto nos hace falta en los tiempos que estamos viviendo”.

El también hermano Eduardo Ortega predicó la Tercera Palabra (‘Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre’) frente a la Capilla de Ntra. Sra. del Sagrario. “Es ésta una escena que encoge el corazón. El encuentro de los tres personajes produjo uno de los episodios más enternecedores dados al pie de la Cruz” reflexionó Ortega, quien destacó en su prédica el papel de María en tanto que Madre y máximo exponente del dolor materno al ver morir a su Hijo y, a través de ella, el papel de todas las madres, especialmente el de aquellas que sufren. “Las palabras de Jesús adelantan la nueva relación materna de María, mucho más amplia que la anterior. Ella acoge la Voluntad Divina en ese momento, asimilando el sacrificio de su hijo, pero en el designio de Dios, la maternidad de María estaba destinada desde el principio a extenderse a toda la Humanidad” afirmó.

La Cuarta Palabra (‘Dios mío, Dios mío… ¿Por qué me has abandonado?’) fue predicada por la hermana Ana Montserrat Lara con la Vera Cruz encarando la Capilla del Transparente, una de las estampas más hermosas de la noche. En su reflexión, la hermana Ana destacó el estoicismo del Señor en su tránsito de Cruz, pues no es hasta este momento en que se acerca la hora de la muerte en que pierde la serenidad y lanza un grito desesperado al Padre al sentirse solo y abandonado. “En este grito desgarrador estamos representados toda la Humanidad. Todos tenemos necesidad de Dios. Y cuanto más nos alejamos, más lo necesitamos” aseveró Ana, quien recordó esos momentos en que también nosotros pensamos que Dios nos ha abandonado pese a que, como a su Hijo, Él nunca nos abandona.

Joaquín Racionero Page, Hermano Mayor Presidente de la Vera Cruz en este 2024, predicó frente a la Capilla de Santiago la Quinta Palabra (‘Tengo sed’). En un elaborado discurso con referencias filosóficas y a la actualidad que vivimos, Joaquín puso el acento en el materialismo y lejanía de Dios de la sociedad actual, a la que llamó a volver al Padre a fin de saciar esa sed que sin duda tenemos y que nada lejos del Señor es capaz de calmar. “Padre de la Vera Cruz: la vida del creyente es una larga pasión que abre profundos surcos en la existencia cotidiana. En estos surcos, Padre de la Vera Cruz, siembra la semilla de tu Espíritu” predicó.

La Capilla de los Caballeros fue la escogida para la prédica de la Sexta Palabra (‘Todo está cumplido’), a cargo del hermano Luis Antonio de Lerma Ruiz. “En esta Sexta Palabra, la naturaleza divina de Jesús vuelve al diálogo íntimo con el Padre, donde acepta sereno su destino” reflexionó Luis Antonio, quien destacó la aceptación de la Voluntad del Padre por parte de Jesús y el ejemplo que su comportamiento y humildad nos brindan como modelo a seguir en nuestro día a día. Y, con su aceptación de la Voluntad del Padre, Jesús “cumple fielmente y paso a paso el plan del Padre para salvarnos”.

Finalmente, el Arco de Jamete escuchó la prédica de la Séptima Palabra (‘Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu’), pronunciada por Antonio Fernández, vicario general de la Diócesis y párroco de San Esteban. El abandono en Dios y la confianza total en Él protagonizaron la última prédica, centrada especialmente en esa relación del cristiano con el Padre, que le lleva a adquirir la máxima seguridad que podemos tener: la que se manifiesta en las manos del Padre. La que manifestó Cristo al abandonar su espíritu en las manos de Dios. Fernández llamó a los nazarenos a cumplir con lo que el Padre espera de nosotros para poder afirmar como Jesús en nuestro momento final que todo está cumplido. “Hermano que me escuchas en este momento: recuerda que al término del camino de la vida descansaremos, no en una fría tumba, sino en las manos de nuestro Padre Dios”.

Al concluir el desfile, con la Vera Cruz frente a la Cruz Desnuda, en el lugar habitual de inicio de la procesión, el consiliario de la Hermandad dirigió a los hermanos en el rezo de un padrenuestro y un ave maría. El miserere de Cuenca en las voces del Alonso Lobo puso el punto y final en la Catedral como lo hubiera hecho en San Esteban, de haber sido noche sin lluvia y haber podido salir la procesión.

En esta noche de Lunes Santo, los hermanos del Stmo. Cristo de la Vera Cruz volvieron a estar acompañados por hermanos de las cofradías homónimas de La Peraleja y de Villar de Domingo García. Como ya sucediera en 2023, bajo el banzo de la Vera Cruz ha habido al menos un bancero de La Peraleja.

En el capítulo de novedades, se estrenó este año el cambio en la uniformidad de los niños participantes en la procesión, que desde este Lunes Santo pueden desfilar sin capuz. También se ha limpiado y restaurado la Cruz de Guía, a fin de mejorar su conservación. Y se incorporaron hachones de cierre en el final del cortejo, a fin de mejorarlo tanto estética como desde el punto de vista de la organización.

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