Prenda de tela que, debidamente armada sobre un cartón de forma cónica, se sitúa sobre la cabeza, cayendo por su parte delantera hasta por debajo de la cintura, tapándole por completo la cara al nazareno. -De esta forma mantiene su anonimato durante la procesión. En Cuenca está muy mal visto desfilar con el capuz levantado-. A la altura de los ojos se le hacen dos orificios para que el nazareno pueda ver, y a la altura del pecho lleva prendido el escudo de la hermandad. Su color varía, siendo, junto con la túnica, uno de los signos diferenciadores de las hermandades.
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